sábado, 24 de marzo de 2012

Amor & Sacrificio


Cuento de la autoestima al egoísmo – Jorge bucay –

… Por último, los invito a escuchar un cuento que se relaciona con lo que hemos venido diciendo sobre el egoísmo. Es de un escritor estadounidense llamado 0’Henry, quien lo tomó de un viejo cuento suizo.

Se trata de dos hermosos jóvenes que se pusieron de novios cuando ella tenía trece años y él dieciocho. Vivían en un pueblito de leñadores situado al lado de una montaña. Él era alto, esbelto y musculoso, dado que había aprendido a ser leñador desde la infancia. Ella era rubia, de pelo muy largo, tanto que le llegaba hasta la cintura; tenía los ojos azules, hermosos y maravillosos.

La historia cuenta que habían noviado con la complicidad de todo el pueblo. Hasta que un día, cuando ella tuvo dieciocho años y él veintitrés, el pueblo entero se puso de acuerdo para ayudar a que ambos se casaran.
Les regalaron una cabaña, con una parcela de árboles para que él pudiera trabajar como leñador. Después de casarse se fueron a vivir allí para la alegría de todos, de ellos, de su familia y del pueblo, que tanto había ayuda  do en esa relación.

Y vivieron allí durante todos los días de un invierno, un verano, una primavera y un otoño, disfrutando mucho de estar juntos. Cuando el día del primer aniversario se acercaba, ella sintió que debía hacer algo para demostrarle a él su profundo amor. Pensó hacerle un regalo que significara esto. Un hacha nueva relacionaría  todo con el trabajo; un suéter tejido tampoco la convencía pues ya le había tejido suéteres en otras oportunidades; una comida no era suficiente agasajo...

Decidió bajar al pueblo para ver qué podía encontrar allí y empezó a caminar por las calles. Sin embargo  por mucho que caminara no encontraba nada que fuera tan importante y que ella pudiera comprar con las monedas que, semanas antes, había ido guardando de los  vueltos de las compras pensando que se acercaba la fecha del aniversario.

Al pasar por una joyería, la única del pueblo, vio  una hermosa cadena de oro expuesta en la vidrieria. Entonces recordó que había un solo objeto material que  adoraba verdaderamente, que él consideraba valioso. Se trataba de un reloj de oro que su abuelo le había regalado antes de morir. Desde que era niño, él guardaba ese reloj en un estuche de gamuza, que dejaba siempre al lado de su cama. Todas las noches abría la mesita de  luz  sacaba del sobre de gamuza aquel reloj, lo lustraba, le daba  un poquito de cuerda, se quedaba escuchándolo hasta que la cuerda se terminaba, lo volvía a lustrar lo acariciaba un rato y lo guardaba nuevamente en el estuche.

Ella pensó: “Qué maravilloso regalo sería esa cadena de oro para aquel reloj”. Entró a preguntar cuanto valía y, ante la respuesta, una angustia la tomó por sorpresa. Era mucho más dinero del que ella había imaginado, mucho más de lo que ella había podido juntar. Hubiera tenido que esperar tres aniversarios más para poder  comprárselo. Pero ella no podía esperar tanto.

Salió del pueblo un poco triste, pensando qué  hacer  para conseguir el dinero necesario para esto. Entonces  pensó en trabajar, pero no sabía cómo; y pensó y pensó, hasta que, al pasar por la única peluquería del pueblo, se encontró con un cartel que decía: “Se compra pelo natural”.Y como ella tenía ese pelo rubio, que no se había cortado desde que tenía diez años, no tardó en entrar a preguntar.

El dinero que le ofrecían alcanzaba para comprar la  cadena de oro y todavía sobraba para una caja donde guardar cadena y reloj. No dudó. Le dijo a la peluquera:

Si dentro de tres días regreso para venderle mi  pelo, ¿usted me lo compraría?
Seguro —fue la respuesta.
Entonces en tres días estaré aquí.
Regresó a la joyería, dejó reservada la cadena y vol  vió a su casa. No dijo nada.
El día del aniversario, ellos dos se abrazaron un poquito más fuerte que de costumbre. Luego, él se fue a trabajar y ella bajó al pueblo. Se hizo cortar el pelo bien corto y, luego de tomar el dinero, se dirigió a la joyería. Compró allí la cadena de oro y la caja de madera. Cuando llegó a su casa, cocinó y esperó que se hiciera la tarde, momento en que él solia regresar.

A diferencia de otras veces, que iluminaba la casa cuando él llegaba, esta vez ella bajó las luces, puso sólo dos velas y se colocó un pañuelo en la cabeza. Porque él también amaba su pelo y ella no quería que él se diera cuenta de que se lo había cortado. Ya habría tiempo después para explicárselo.

Él llegó. Se abrazaron muy fuerte y se dijeron lo mucho que se querían. Entonces, ella sacó de abajo de la mesa la caja de madera que contenía la cadena de oro para el reloj. Y él fue hasta el ropero y extrajo de allí una caja muy grande que le había traído mientras ella no estaba. La caja contenía dos enormes peinetas que él había comprado...vendiendo el reloj de oro del abuelo.

Si ustedes creen que el amor es sacrificio, por favor no se olviden de esta historia. El amor no está EN  nosotros para sacrificarse por el otro, sino  para disfrutar de su existencia..
Si te amo, 1o mejor que puedo hacer es  bajar para construir la manera en que los dos vivamos juntos el mayor de los placeres: el encuentro.  Un encuentro donde tú sepas que estoy al lado porque me quiero y me prefiero; y donde yo sepa, que estás al lado mío porque, haciendo uso de tus mejores egoísmos, me elegiste para  estar contigo,

Muchas gracias. Aplausos.

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