Amar sin apegos.
Walter Riso - "Amar o depender".
El arte de amar sin apegos
resulta de una extraña mezcla de capacidades difíciles de alcanzar. No
solamente por la complejidad que implica la experiencia afectiva, sino por la
resistencia que nuestra cultura ha desarrollado al respecto.
La mayoría de los requisitos que
se necesitan para amar sin adicciones, no suelen ser bien vistos por los
valores sociales tradicionales. Para muchos, la libertad afectiva es una forma
de libertinaje que necesita mantener controlado. Como si la ausencia de
dependencia fuera en sí misma peligrosa. Un amor independiente siempre
incomoda. Un amor sin apegos es irreverente, fantástico, insólito, locuaz,
trascendente, atrevido y envidiable.
Amar sin apegos es amar sin miedos. Es asumir el derecho a explotar intensamente el mundo, a hacerse cargo
de uno mismo y a buscar un sentido de vida. También significa tener una
actitud realista frente al amor, afianzar el autorrespeto y fortalecer el
autocontrol. Es disfrutar de la dupla placer/seguridad, sin volverla
imprescindible. Es hacer las paces con Dios y la incertidumbre. Es tirar la
certeza a la basura y dejar que el universo se haga cargo de uno. Es aprender a
renunciar.
El amor está hecho a la medida del que ama. Construimos la experiencia
afectiva con lo que tenemos en nuestro interior, por eso nunca hay dos
relaciones iguales. El amor es lo que somos. Si eres irresponsable, tu relación
afectiva será irresponsable. Si eres deshonesto, te unirás a otra persona con
mentiras. Si eres inseguro, tu vínculo afectivo será ansioso. Pero si eres
libre y mentalmente sano, tu vida afectiva será plena, saludable y
trascendente.
Amar sin apegos no implica
insensibilizar el amor. La pasión, la fuerza y el impacto emocional del
enamoramiento nunca se merman. El desapego no amortigua el sentimiento; por el
contrario, lo exalta, lo libera de sus lastres, lo suelta, lo amplifica y lo
deja fluir sin restricciones.
Empieza hoy. Acepta el riesgo de
abrazar a tu pareja sin angustias. Si tienes claridad sobre lo que
verdaderamente eres y hasta dónde puedes llegar, no habrá temores irracionales.
Solamente los roces normales y algunos desacoples. La convivencia no es una
panacea, pero tampoco es infelicidad total. El amor interpersonal, vivo y
activo, en el cual diseñamos a cada instante nuestro ecosistema afectivo,
nuestro lugar en el mundo. Es la operación por la cual nos adaptamos al otro,
sin dejar de ser uno. Podemos encajar
sin violentarnos, sujetarnos despacio y tiernamente, como quien no quiere
lastimar ni lastimarse. Y esa unión maravillosa de ser dos que parecen uno,
sólo es posible hacerla con pasión y sin apegos.